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Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

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26/06/2016

NOTICIA. El 28/06/2016 esta previsto que los representantes de los 28 países de la UE celebren una reunión para tratar sobre la decisión de Gran Bretaña de abandonar la UE.

 

UE. Hacia una nueva unión de Naciones

Tras la decisión de Gran Bretaña, adoptada en referéndum el 23/06/2016, de abandonar la UE, los ministros de Exteriores de los seis países fundadores de la UE (Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo), el 25/06/2016 decidieron convocar a los representantes de los 28 países para el 28/06/2016 para tratar sobre la salida de Gran Bretaña de la UE.

El desconcierto por un resultado inesperado se ha instalado entre los representantes de la UE. La respuesta del bloque comunitario se debate entre ofrecer una visión de moderación en el procedimiento de salida de Gran Bretaña de la UE o de castigo a este país por la decisión tomada. Los representantes de exteriores de los países fundadores,  en una reacción de no disimulado enfado advirtieron a Gran Bretaña que debe abandonar la UE lo antes posible, unas declaraciones que tuvieron una respuesta indirecta por parte de Gran Bretaña con la dimisión de comisario británico en la UE, Lord Hill, por su parte la Canciller alemana Angela Merkel, se manifestó en el sentido de que se debe tomar la decisión británica con cautela para evitar adoptar decisiones equivocadas.

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Con independencia de que la retirada de Gran Bretaña de la UE conllevará un periodo transitorio que puede durar más de dos años, los representantes de la UE precisan enviar  de inmediato un mensaje a la ciudadanía europea para frenar las posibles intenciones de otros países de seguir la senda de Gran Bretaña. El castigo es la opción que parece más probable que se tome con medidas en contra de los intereses de Gran Bretaña en su relación con la UE, limitando la circulación de ciudadanos británicos en el espacio de la UE y adoptando restricciones a la venta de productos británicos en los países de la UE.

Sin embargo, el castigo puede ser un arma de doble filo, no solamente porque el castigo a un país de la importancia de Gran Bretaña implica a su vez infligirse un autocastigo a los intereses propios, sino porque el castigo va a fortalecer las posiciones de los ganadores del referéndum de salida de la UE.

Gran Bretaña, al igual que sucede con Rusia, es una nación con un fuerte orgullo nacional. En Rusia las sanciones solamente han servido para reforzar el espíritu patriótico ruso habiendo alcanzado la unión del pueblo ruso con sus dirigentes políticos un grado de unión como se no se conocía desde la Segunda Guerra Mundial. Gran Bretaña también en momentos cruciales de su historia ha destacado por mantener su independencia como nación por encima de todo, lo hizo contra Napoleón y Contra Hitler, y aunque ahora las circunstancias son diferentes la percepción de que estaba sometida a los dictados de los burócratas de Bruselas se ha incrementado con el problema de los refugiados y las políticas de austeridad emanadas desde las instituciones de la UE bajo la influencia alemana.

No se explica sino que, frente a una campaña mediática abrumadora con la implicación de gobiernos y partidos políticos occidentales en contra del denominado Brexit, haya triunfado el mismo. Necesariamente hay un sentimiento popular de fondo que no ha podido ser sometido por el aparato del establishment occidental, a pesar de que en una especie de autoengaño medios y políticos occidentales han justificado a posteriori su fracaso atribuyendo el triunfo del Brexit al engaño de la ciudadanía por los partidarios del Brexit, cuando la realidad es que estos jugaban con unos recursos mediáticos e institucionales muy inferiores a su adversarios, y simplemente se ha impuesto la persuasión a la masiva difusión del discurso del miedo.

La UE se encuentra ahora sumida en la contradicción de que necesita tomar medidas ejemplares contra Gran Bretaña para disuadir en el seno de la UE a los partidarios de limitar las atribuciones de Bruselas en materia de refugiados y en las políticas de austeridad, pero a su vez tampoco le interesa un conflicto con esta nación con la cual colabora activamente en la OTAN.

Pero haga lo que haga la UE, la suerte en el medio plazo parece estar echada, porque no va a poder evitar que quienes se oponen a las políticas de austeridad y a la política de refugiados vayan ganando políticamente terreno. Los intentos para reducir estos emergentes movimientos políticos a testimoniales a través de campañas de desacreditación están resultando inútiles, y lo que está ocurriendo es que quienes se desacreditan son los propios desacreditadores por haber sustituido la argumentación por el anatema con el propósito de infundir temor, ignorando que la base política de las nuevas corrientes políticas en el seno de la UE se fundamenta en fuertes realidades políticas.

La política de refugiados dictada por Alemania y secundada por Bruselas se ha desbordado debido a la inestabilidad de la región del Oriente Medio y el Norte de África, a la cual, sin ningún talento político, la UE ha contribuido con su apoyo a la guerra contra los regímenes laicos en Siria y Libia.

Desde la crisis financiera del 2008 la UE ha estado prometiendo que las políticas de austeridad serían limitadas en el tiempo pero ocho años después son muchos años para seguir esperando, y más cuando las mismas ya han producido enormes fracturas sociales de desempleo y precariedad social. Solamente Alemania parece haberse salvado del incendio, lo cual también resulta sospechoso, pues mientras los países del Sur de la UE se ven obligados a hipotecarse con cuantiosas deudas soberanas que les obligan a un servicio de la deuda que impide su recuperación económica, Alemania se beneficia de estos intereses de la deuda y su economía luce boyante.

La percepción de una germanización de la UE de la mano de los comisarios políticos de Bruselas es un sentimiento creciente en los países de tradiciones nacionales más arraigadas como Francia, Italia, Polonia y Gran Bretaña, y una vez abierta la caja de Pandora de la desconfianza es muy difícil cerrarla, a ello ha contribuido sin duda la incompetencia de los políticos alemanes, que una vez más instalados en la arrogancia de su éxito se están convirtiendo en una maldición para Europa, y ahora sufren las consecuencias de la reacción ciudadana en otras naciones que se niegan a ser meros acompañantes de las decisiones de Bruselas.

La fractura de la UE es de profundo calado, solamente sería posible restañarla con un crecimiento económico que beneficiara a todos sus miembros, pero ello no es posible y, por este motivo, el paso del tiempo juega en contra de lograr una relación armónica entre sus miembros como la existente en los años previos a la crisis; por otra parte, en lo referente a la crisis de los refugiados el caos político instalado en el Próximo Oriente y el Norte de África, tampoco tiene visos de solución en el corto y medio plazo. La austeridad y el tránsito de migrantes y refugiados se han convertido en dos asuntos sobre las que las naciones de la UE quieren tener poder soberano, y todavía existe un tercer asunto que permanece sin desvelar como es el TTIP, cuya puesta en escena llegado el momento de su aprobación puede ahondar todavía más las diferencias entre los intereses de unas naciones y otras.

Con toda probabilidad, el Tratado de Lisboa sobre el que descansa la relación de las naciones de la UE pudiera resistir la salida de Gran Bretaña, pero el problema de fondo es que la salida de este país muestra el corsé en el que se ha convertido este tratado para la toma de decisiones soberanas en las diferentes naciones, y por este motivo su vigencia ya está cuestionada. La UE tendrá que reajustarse en un nuevo tipo de unión de naciones en la que se pueda compaginar la libertad de cada nación con las relaciones comunes entre todas, lo cual implicaría la modificación del Tratado de Lisboa para dar prioridad a los tratados bilaterales o multilaterales en los aspectos que se consideren convenientes, y revisables por cada nación cada cierto periodo de tiempo..

 

En la cumbre del 28/06/2016, los representantes de las naciones de la UE mostrarán su defensa inquebrantable del tratado de Lisboa, pero la cuestión está en saber si estos representantes representan a la ciudadanía actual. Las elecciones presidenciales francesas prevista para abril del 2017 constituirán un test decisivo en la continuidad del tratado de Lisboa o de su revocación en los próximos años.

 

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