El nuevo paradigma sirio
El 31/12/2016, el Consejo de Seguridad de la ONU
(CSNU) aprobó el proyecto de resolución elaborado por Rusia y Turquía sobre el
alto el fuego alcanzado en Siria. La resolución 2236 del CSNU sobre el alto en
fuego en Siria fue aprobada por sus 15 integrantes ratificando con ello los
acuerdos alcanzados por mediación de Turquía y Rusia de un alto el fuego entre
el ejército gubernamental sirio y diversas facciones armadas y el inicio de
negociaciones en Astaná (Kazajistán), las cuales en la resolución se considera
sean una parte básica "del proceso político sirio" y "un importante
paso adelante para reanudar las negociaciones bajo los auspicios de la ONU"
el próximo 8 de febrero en Ginebra (Suiza). Adicionalmente la resolución incluye
una disposición que insta a las partes en conflicto a proporcionar al personal
humanitario un acceso seguro y sin obstáculos para prestar ayuda a los
ciudadanos sirios.
El 29/12/2016, el presidente ruso Vladimir Putin
anunció la conclusión de un alto
al fuego en Siria en el que Rusia
y Turquía aparecen como los países garantes del mismo del que quedan excluidos
los grupos calificados por la ONU de terroristas: el Estado Islámico (Daesh, en
árabe) y el Frente Al-Nusra (actualmente Fath Al-Sham). El alto el fuego se
realiza entre el ejército gubernamental sirio y siete grupos “rebeldes” que
según el ministro de defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, representan a unos 60.000
yihadistas, estos son: 1. Faylaq al-Sham (4.000 combatientes); 2. Ahrar al-Sham
(16.000 combatientes); 3. Yesh al-Islam (12.000 combatientes); 4. Suvar agi-Sham
(12.000 combatientes); 5. Yesh al-Muyahidin (8.000 combatientes); 6. Yesh Idlib
(6.000 combatientes), 7. Yabhat al-Shamiyah (3 000 combatientes), que ocupan
principalmente la región de Idlib al noreste de Siria junto a la frontera con
Turquía; por su parte, la Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y de la
Revolución (oposición siria en el exterior) anunció que apoya este acuerdo
La liberación de Alepo por parte del Ejército
gubernamental y sus aliados principalmente Rusia, ha situado la guerra en Siria
en un escenario totalmente nuevo creándose las condiciones para un alto
el fuego. Los siete grupos rebeldes que combatían en Alepo junto con los
jihadistas del Frente Al-Nusra (actual Fath Al-Sham), se han visto notablemente
debilitados y la continuidad de la guerra solamente les podía deparar una
derrota mayor; a ello se ha sumado el debilitamiento de sus apoyos
internacionales debido al cambio político de Turquía que ha pasado de apoyar a
estos grupos a promover la pacificación en Siria, y, por otra parte, el
acercamiento entre Qatar y Rusia al haber acordado ambos países la participación
de Qatar en un 19% en el capital de la empresa petrolera y gasística rusa
Rosneft.
El cambio de la política de Turquía en Siria ha
venido promovida principalmente por el interés del gobierno turco de restablecer
las relaciones políticas y económicas con Rusia y que tuvo un acentuado giro en
esa dirección tras el fallido golpe
de Estado en Turquía en julio del
2016, del que el gobierno turco ha venido acusando a sus socios de la OTAN de
estar tras el mismo.
La pérdida de confianza en sus socios ha situado
al gobierno turco y a su presidente Erdogan en una situación de debilidad debido
a sus varios frentes abiertos: 1. las posibilidades de desestabilización interna
no están del todo cerradas por la enorme influencia en las instituciones turcas
de la corriente política afín al clérigo Fethullah Gülen refugiado en EEUU y al
que el gobierno turco acusa de estar detrás de la intentona golpista de julio;
2. el distanciamiento económico de la UE tras el anuncio de Bruselas del
congelamiento de las conversaciones para la incorporación de Turquía que le ha
obligado a tener que girar hacia el espacio euroasiático lo cual implica una
mayor aproximación a Rusia; 3. el creciente número de refugiados sirios en suelo
turco con el riesgo de prolongarse en el tiempo mientras dure la guerra en
Siria, y 4. la guerra desatada del gobierno turco contra los movimientos
independentistas kurdos dentro y fuera de Turquía que se configura como una
guerra de larga duración.
Con el acuerdo con Rusia sobre la pacificación de
Siria, Turquía cancela sus aspiración de derrocar al presidente sirio Bashar Al
Asad y aboga por cerrar uno de los frentes de la política exterior turca, con
ello, sella a su vez un claro giro hacia su entendimiento con Rusia y se aleja
de sus socios de la OTAN y de Arabia Saudita con los que ha venido formando un
frente común contra el gobierno sirio. Ahora sus prioridades tanto en Siria como
Irak se limitan a debilitar las aspiraciones de autogobierno de los kurdos que
lo considera como una base para la formación de un Estado Kurdo.
Con el acuerdo de alto
el fuego entre los grupos armados
y el gobierno Sirio se quiebra el frente armado opositor quedando dividido en
dos grupos: los que aceptan deponer las armas y negociar un acuerdo político con
el actual gobierno sirio y, del otro lado, el jihadismo irreductible radical
formado por el Estado Islámico y Fath Al-Sham con los que no cabe negociación
alguna sino solamente su derrota y capitulación incondicional.
La tan anunciada separación por EEUU de los
denominados rebeldes armados “moderados” de los “radicales”, se ha conseguido no
por los auspicios del gobierno estadounidense sino por la derrota de todos los
grupos armados en Alepo que les ha obligado a romper la alianza que tenían
mientras existía la posibilidad de ganar la guerra al ejército sirio.
Con la separación en caminos diferentes de los
grupos “rebeldes armados” del jihadismo radical, las naciones que han venido
patrocinando la insurrección armada en Siria, principalmente, Arabia Saudita,
EEUU, Israel, Francia y Gran Bretaña, solamente pueden apoyarse en los
combatientes del Estado Islámico y de Fath Al-Sham; lo cual, en el caso de las
potencias occidentales no es factible, porque ya no es posible justificar ante
su ciudadanía la insurrección armada en Siria con el apoyo a los grupos que
siembran el terror en el mundo entero.
Con la llegada de la paz a Alepo se acaba el
prolongado sufrimiento al que han estado sometidos sus habitantes como
consecuencia de la guerra por parte de todos los bandos enfrentados, la paz se
ha convertido en el bien más preciado en Siria y la que puede permitir que los
millones de refugiados sirios en otros países puedan volver a su patria, ello,
sin duda, será un factor de enorme peso en las negociaciones en Astaná y
posteriormente en Ginebra.
La reacción de las fuerzas jihadistas y de sus
patrocinadores a su derrota en Alepo y al alto el fuego alcanzado entre las
fuerzas opositoras sirias y el gobierno sirio bajo el patrocinio de Rusia y
Turquía, no se hizo esperar, con el asesinato el 20/12/2016 del embajador de
Rusia en Ankara, y con el atentado el 01/01/2017 en el club nocturno Reina
de Estambul (Turquía) en el que
murieron decenas de asistentes a la fiesta de final de año. Sin embargo, estos
atentados que pretenden torcer la determinación de Turquía y Rusia de su acuerdo
para pacificar Siria, no tiene posibilidades de éxito, porque estas dos naciones
han entrado en un entendimiento estratégico del que no van abdicar, y porque no
es posible claudicar al chantaje del terror.
La eficaz ayuda militar de Rusia al ejército
gubernamental sirio y su capacidad para superar todos los intentos de fuerzas
hostiles por descarrilar el entendimiento con Turquía, ha dejado sin iniciativa
política a EEUU en la región. El anuncio por parte de Rusia de que la actual
administración estadounidense, que finaliza su mandato el 20 de enero, quedaba
excluida de las conversaciones previstas en Astaná ha supuesto un duro revés
para la diplomacia estadounidense; inesperadamente EEUU, que había mantenido la
iniciativa en todos estos años en el conflicto sirio, perdió su relevancia en el
mismo, a su malestar y perplejidad le sucedió una fuerte reacción para intentar
ocultar esta imagen de exclusión ante su ciudadanía con el anuncio del
presidente Barack Obama de la expulsión de varios diplomáticos rusos de EEUU
bajo la infundada acusación de intromisión en la campaña electoral
estadounidense, una afrenta que Rusia ha preferido declinar a la espera de la
política de la nueva administración entrante.
Aunque, el apoyo, con posterioridad a estos
acontecimientos, de EEUU, Francia y Gran Bretaña a la resolución 2236 del CSNU
que legitima la iniciativa de Rusia y Turquía en el inicio de las negociaciones
en Astaná, supone ya un reconocimiento implícito de su incapacidad para cambiar
la marcha de los acontecimientos en Siria.
En todo momento el conflicto sirio ha tenido una
proyección geoestratégica para las principales potencias implicadas, y los
cambios políticos experimentados han ido cambiando el papel de cada una de
ellas, Turquía se ha alineado con Rusia y ambos han ocupado un lugar central en
la región, mientras que EEUU, Francia, Gran Bretaña, Arabia Saudita e Israel han
perdido gran parte de su iniciativa, y a pesar del interés de Arabia Saudita e
Israel de perpetuar la desestabilización en Siria e Irak para impedir que
recuperen su fortaleza como naciones, pues ello debilitaría su poder en la
región, sus opciones son limitadas, pues el único agente desestabilizador que
puede quedar sobre el terreno es el denostado Estado Islámico al que ya no es
posible justificar ningún tipo de apoyo, lo cual debiera llevar a que se
produzca un entendimiento entre las naciones de la OTAN y Rusia para alcanzar un
acuerdo de pacificación en la región sobre la base de la derrota del Estado
Islámico.
Tal vez, a la nueva administración entrante en
EEUU y a su presidente Donald Trump le concierna esa misión, a pesar de los
intentos de la actual administración saliente de romper todos los puentes con
Rusia.
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Javier Colomo Ugarte
Doctor en Geografía e Historia