Crisis económica y superestructura
política
Los Estados de los países
desarrollados tras el inicio de la crisis económica en el año 2008 llevados de
la ilusión de una rápida reactivación de sus economías contrajeron una deuda
para evitar el colapso financiero, pensando que con la supuesta recuperación
podrían pagar holgadamente la deuda; pero está recuperación se retrasa y, con
ello, crece la insolvencia de los Estados al no poder recaudar lo esperado y,
ahora se ha llegado a un punto, donde lo que se trata de evitar es el colapso
funcional de los Estados que ha tenido su inicio en la insolvencia en la que ha
derivado el Estado de Grecia.
Pero la insolvencia de Grecia solo
puede ser el principio de un proceso en el que pueden derivar otros Estados
Occidentales, pues, la oligarquía financiera occidental no es capaz de promover
un nuevo ciclo de crecimiento económico debido a su apalancamiento financiero y
por basarse éste en un modelo de consumismo frenético ya agotado tras la crisis
inmobiliaria y financiera en todo el mundo desarrollado.
Y al no existir la posibilidad de
generar un crecimiento del PIB suficiente para crear empleo y obtener recursos
económicos para volver a la solvencia financiera, los Estados occidentales
carecen de expectativas posibles de pago de sus gastos corrientes, por lo que
solo les queda la opción de recortar los gastos sociales, con lo que el discurso
de los partidos occidentales basado en la mejora progresiva del bienestar de la
mayoría de los ciudadanos se ha convertido en una aspiración fallida, al quedar
una parte importante de la población excluida de ese bienestar social por el
aumento del desempleo y la disminución de las prestaciones sociales.
No obstante, a pesar de la
contradicción en la que se han sumido los políticos occidentales respecto de sus
votantes, el hecho de que la salida a la crisis económica mundial sea favorable
a la mayoría social, o en favor del poder financiero Occidental se dirime en la
superestructura ideológica y política, o poder
blando. Los partidos de la derecha y la socialdemocracia occidental apoyados
en los latifundios mediáticos anclados a los intereses del poder financiero,
están apostando decididamente por el discurso neoliberal de justificar la
involución social como la única alternativa posible para propiciar un reajuste
económico que, supuestamente en un futuro, permita salir de la crisis y volver a
la senda del Estado del Bienestar, discurso que en la práctica solo sirve para
ir ganando tiempo en acomodar a la población a una situación de crisis
permanente, donde no se cuestione el poder de la oligarquía financiera
occidental.
Y aunque la supresión de esa clase
social representa en la estructura económica la contradicción principal a
resolver para conseguir un modelo de desarrollo de las fuerzas productivas
mundiales equilibrado entre los países ricos y los países pobres, a través de la
implementación de un sistema de finanzas públicas coordinadas mundialmente para
orientar el crédito a ese desarrollo, por el momento, en los países ricos, la
ventaja en la lucha de las ideas políticas, respecto del modelo de la salida a
la crisis económica mundial, corresponde al discurso neoliberal, al ser
considerado por la mayoría social como el único posible en el mundo actual, y
que en la práctica sirve para mantener el estatus
quo de la oligarquía financiera
de los países desarrollados.
La lucha de ideas en la
superestructura política en favor de un cambio en el vigente poder financiero
mundial que ofrezca alternativas creíbles para propiciar al desarrollo económico
mundial es el aspecto más importante de las fuerzas del progreso a favor del
bienestar de la mayoría de la humanidad. Sin teoría revolucionaria no puede
haber cambios sistémicos, pues los movimientos de resistencia se agotan en si
mismos cuando no hay una alternativa ideológica y política. Y mientras las
mayorías sociales en Occidente y en lo países dependientes de la hegemonía del
poder financiero Occidental no venzan al sistema neoliberal en la
superestructura ideológica y política, ninguna alternativa a la crisis podrá ser
favorable a sus intereses.
En el pasado los países desarrollados
buscaron la salida a las crisis económicas, principalmente a las de 1873 1929,
y 1973, en la explotación colonial y neocolonial impuesta a la fuerza por
guerras y dictaduras en el Tercer Mundo. Con posterioridad, las luchas de los
pueblos por liberarse de esa opresión propiciaron y están propiciando
cambios en la superestructura dejando de ser
países ideológica y políticamente, subordinados a los países desarrollados. No
obstante, aunque los cambios en la mentalidad política e ideológica de los
países emergentes en el siglo XXI se puede considerar que no son históricamente
reversibles, el imperio de EEUU y sus aliados europeos de la OTAN no renuncian a
subordinar a sus postulados ideológicos al resto del mundo mediante campañas
mediáticas contra los países que lideran la emergencia en el pensamiento
revolucionario a favor de una Nueva Civilización Mundial basada en la
fraternidad de todo el género humano, pues temen perder su liderazgo mundial.
A la crisis económica le falta
todavía recorrido en el tiempo para que los millones de personas afectadas por
la misma vean que el discurso neoliberal no es el único posible, y comiencen a
demandar otra política económica en favor de un desarrollo favorable a los
intereses de las mayorías sociales apoyando a nueva formaciones políticas, pero
este discurso solamente se puede gestar en la movilización en su sentido más
amplio, desde las amplias movilizaciones hasta los debates en Internet, desde
los foros oficiales hasta los alternativos. El éxito de la lucha en las ideas
políticas se mide en la toma de conciencia de amplias masas de población que
demanden un cambio en las relaciones internacionales que acaben con la hegemonía
de la clase financiera occidental.