La nueva multipolaridad global
En la actualidad, los profundos
cambios que está experimentando el espacio geopolítico y económico mundial, han
puesto de relieve la tendencia hacia la conformación de un mundo multipolar.
Este concepto nace por
oposición al sistema predominante global del mundo unipolar bajo el dominio de
Estados Unidos y las naciones satélites de está potencia agrupadas
principalmente en la OTAN, en lo que ha venido denominándose como “El Occidente
Colectivo”.
La naturaleza de la unipolaridad se sustenta exclusivamente en la ideología de la
dominación global,
que en esencia es la tiranía de una sola potencia mundial sobre el resto de
naciones del mundo.
Hasta finales del siglo XX,
nunca en la historia de la humanidad ha existido un mundo unipolar, ese triunfo
debido a distintos factores lo alcanzó Estados Unidos tras la desaparición de la
Unión Soviética (URSS).
De manera diferente, la
multipolaridad puede responder a un sistema global regido por potencias en
competencia y guerras entre ellas, pero también puede estar regida bajo la
bondad de los “Cinco principios de la coexistencia pacífica”, un estadio que
nunca la humanidad ha conocido.
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El mundo multipolar comenzó a
gestarse a partir de los inicios de la conformación de la “Economía Mundo” a
finales del siglo XV con la incorporación de vastos territorios de ultramar a
diferentes metrópolis imperiales europeas.
Hasta entonces, los grandes
imperios que han existido, en la Antigüedad: Asirio; Persa; alejandrino, y Romano; en
la Edad Media: Bizantino; Carolingio; Árabe; Otomano, y Mongol, y desde la
Antigüedad el de China, no estaban interconectados como un espacio global. El
mundo no era multipolar porque, en estos imperios, no existían los conocimientos
geográficos ni la capacidades para tal propósito.
Mapas de los imperios de la Antigüedad y Edad
Media
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En los siglos XV y XVI, los
grandes navegantes portugueses y españoles, fueron los primeros en aportar datos
más o menos completos sobre el globo terráqueo, y los descubrimientos de nuevas
tierras se traducía en la incorporación de nuevos territorios al imperio
español o portugués,
El primer espacio global
multipolar surge con el Tratado de Tordesillas por el que portugueses y
españoles se repartieron, con la bendición papal el mundo, en un hemisferio
oriental portugués y otro occidental español; la línea de demarcación se situó a 370 leguas de las islas de Cabo Verde, que no fue respetada ni por
los ingleses ni por los franceses en América del Norte.
SIGNOS DEL MAPA: 1.
Líneas de partición del mundo entre españoles y portugueses (1494).-2.
Territorios poco conocidos o desconocidos por el hombre europeo a finales del siglo XV.
Durante los siglos XVI y XVII
estos dos imperios conformaban la globalización bipolar, con disputas
territoriales en el ámbito geográfico de lo que vino a denominarse el antimeridiano del meridiano
trazado en el Tratado de Tordesillas, situado entre Filipinas y China
Oriental.
Los
indígenas que habitaban los territorios colonizados pasaban a ser sometidos
por la fuerza de las armas. El trato que debían recibir por parte de los
colonizadores fue objeto del debate teológico en la denominada Controversia de
Valladolid (1550-1551) sobre si los indígenas tenían o no alma, de lo cual se
deducía si podían ser bautizados y considerados personas. En este debate se
impusieron las Tesis del Obispo dominico Bartolomé de las Casas en favor de la
evangelización de los indígenas.
En los siglos XVII - XVIII
surgieron dos nuevas potencias marítimas con ambiciones globales: Inglaterra y
Francia, que ocuparon gran parte de América septentrional; será en ese periodo
histórico cuando, por primera vez, toma forma el mundo multipolar con disputas territoriales constantes entre
potencias marítimas en los territorios colonizados.
La naturaleza de la nueva multipolaridad emergente se sustentará en la ambición
de expansión territorial entre imperios con disputas de unos sobre otros y alianzas ocasionales entre ellos en
función de los intereses del momento.
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En el siglo XIX cambiará
radicalmente la concepción del mundo multipolar. La derrota de la flota
franco-española por la flota británica en la batalla de Trafalgar en 1805,
otorgaría a Inglaterra el dominio marítimo del océano Atlántico. España, el
imperio global más importante durante los siglos XVI-XVII y XVIII, sin el
dominio de la rutas atlánticas y con el auge de la emancipación de sus
territorios en América, entrará en un proceso de rápida descomposición.
Bajo el imperio de Napoleón en
Francia (1804 - 1814-15) cambiará el
concepto de enfrentamiento entre las potencias que conformaban el mundo
multipolar. La confrontación entre ellas pasará de ser predominante en las áreas
periféricas colonizadas, para serlo en el Centro del Sistema Multipolar: las
metrópolis europeas. El cambio en esta disputa se basará en una premisa simple:
quien controlé el Centro del Sistema Global, dominará el mundo, pues la
colonias cambiarán de propietario.
Pero el poder de Napoleón, que
llego a someter la mayor parte de Europa, fue efímero, su derrota en 1815 por el
resto de potencias europeas, que conformaban la Santa Alianza, mantendrá el
estatus colonial, principalmente regido por Gran Bretaña. En América, Estados
Unidos se constituirá en la nueva potencia continental, estableciendo su tutela
sobre el resto de naciones del continente americano basada en la doctrina Monroe (1823), resumida en la frase:
América es para los americanos, marcando con ello un línea roja a las potencias
europeas.
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En el segundo tercio del siglo
XIX, Europa continental entrará en un periodo revolucionario, protagonizado
por las nuevas clases burguesas en las revoluciones liberales de los años treinta y cuarenta, que desplazaron
del poder político a la vieja casta de la nobleza y la Iglesia y, en el ámbito
global, se sustituirá la confrontación entre potencias por el reparto del mundo
entre las metrópolis europeas, que tendrá su expresión más genuina en el reparto
de África realizado en la Conferencia de Berlín (1884-1885).
EL REPARTO DE ÁFRICA
Europa se repartió África, con la excepción de
Abisinia (actual Etiopía) y Liberia, siendo muy desfavorable para Italia y
Alemania y muy beneficioso para Francia y Reino Unido.
Este entendimiento entre
potencias en el reparto colonial traerá a Europa la denominada como la Paz
de los cien años (1815-1914). (
La
Gran Transformación. 1944. Karl Polanyi)
Gran Bretaña: 1º exenta de
movimientos revolucionarios gracias a los cambios legislativos que desde el
siglo XVIII se habían producido y que otorgaban acceso al poder político a las
nuevas clases burguesas; 2º liderando la incipiente revolución industrial, y 3º
con el dominio de las rutas marítimas, se constituiría en el imperio global más
importante. A principios del siglo XX la mayor parte del mundo estaba dominada
por el imperio británico.
Relación de la población bajo régimen colonial con la
metrópolis dominantes
Fuente: Historia Contemporánea, R. Palmer / J. Colton. Elaboración propia.
En 1900 el mundo tenía 1.634 millones de
habitantes de los que
563 pertenecían a Europa, Norteamérica, y Japón, y 1.071 a los países que
constituían la Periferia del sistema económico mundial; si no se tiene en cuenta
la población de China de 400 millones y la de América Latina con unos 70-80
millones, solamente unos pocos millones de personas en el mundo no estaban
sometidas al régimen colonial.
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A partir de la crisis económica
de 1873 comenzarán a producirse cambios profundos en las relaciones entre
potencias. Desde la derrota de Napoleón hasta esa fecha era práctica común el
libre comercio entre los diferentes imperios coloniales que dio lugar
a la primera gran globalización económica de la historia de la humanidad con
base en el patrón oro, pero la crisis económica de 1873 desató un ola de proteccionismo
y el comercio se circunscribió a las áreas de influencia de cada imperio
colonial, que Kart Polanyi, la calificará como: una inexplicable práctica
contra el libre comercio.
En el último tercio del siglo
XIX, el nuevo mundo multipolar se conformó, pues, bajo áreas globales de
influencia exclusiva, una modalidad que era contraria a los intereses de la nueva Alemania
formada en el II Reich con Biskmark en 1875, pues carecía de áreas de influencia relevantes, por su tardía formación como Estado.
Alemania, que destacaba
por su vigor industrial interno, había llegado tarde al reparto del mundo
en un momento de formación de las áreas globales de influencia
bajo el dominio colonial principalmente de Inglaterra y Francia. Esta contradicción,
llevaría a que sus gobernantes comenzasen a acariciar la idea napoleónica:
“quien domine el Centro del Sistema Mundial dominará el mundo, y
comenzó un proceso progresivo de incremento de su capacidad militar.
El resto de las potencias
europeas en respuesta también comenzaron una carrera de rearme militar. En los
primeros años del siglo veinte, la paz era, como llegó a denominarse, la paz
armada, o el temor a una confrontación militar, que inevitablemente tendría que
llegar por iniciativa de Alemania.
Y así fue. La primera Guerra
Mundial (1914-1918) enfrentó a Alemania con el resto de las potencias europeas. El
imperio alemán salió derrotado y los vencedores impusieron en el Tratado de Versalles
(1919) unas condiciones draconianas a Alemania con: la disolución del imperio del II Reich
y de los imperios que habían sido sus aliados, Otomano y Prusiano;
la
pérdida de territorios propios,
y con el pago de cuantiosas sumas de dinero en concepto de gastos de reparación
de la Guerra.
La revolución rusa (1917) surgida en
medio de las contradicciones de la guerra, siguió el modelo de fundación en un
área de influencia económica exclusiva: los vastos territorios de Rusia, bajo el
concepto de la construcción del socialismo en un solo País, era en realidad la
adaptación a la realidad geopolítica multipolar proteccionista vigente entre la
grandes potencias coloniales.
Tras la derrota alemana,
disuelto el II Reich, Alemania abrazo la República, conocida como la República
de Weimar, (1918-1933), y de nuevo, el liberalismo económico pasó a predominar
en las relaciones internacionales. Sin embargo, ese periodo duraría poco, la
crisis económica de 1929 cuestionaría la autorregulación liberal global del
capitalismo, y los partidos que proponían la formación de economías nacionales
con fuerte protagonismo del Estado captaron el interés de amplias capas de
población.
En Alemania triunfaría el
Nacional Socialismo, Nacional como concepto de la recuperación de la dignidad
alemana ultrajada en el Tratado de Versalles, y Socialismo como economía de
Estado en oposición a las devastadoras consecuencias de la crisis de 1929 del modelo económico liberal de especulación financiera internacional,
que los dirigentes nazis atribuían a financieros judíos.
A comienzos de los años treinta, el cambio se
produjo bruscamente. Los acontecimientos que lo marcaron fueron el abandono del
patrón-oro por parte de Gran Bretaña, los planes quinquenales en Rusia, el
lanzamiento del New Deal, la revolución nacionalsocialista en Alemania y la
desintegración de la Sociedad de Naciones en beneficio de los imperios
autárquicos.(
La
Gran Transformación. 1944. Karl Polanyi)
Y, de nuevo, tras el corto
periodo económico liberal de los años veinte se volvió al sistema proteccionista
de áreas económicas de influencia exclusiva, que determinaría el progresivo
abandono del patrón oro. Gran Bretaña
abandonaría el oro como patrón en 1931, Estados Unidos en 1933, al que seguirían
Italia y Francia.
Con el ascenso de los nazis al
poder se produciría una nueva refundación alemana que daría lugar al Tercer
Reich. Los dirigentes nazis no solo querían restablecer el despojo territorial
efectuado en el Tratado de Versalles, sino que, en una economía mundial basada
de nuevo en el proteccionismo de las áreas de influencia en régimen
colonial, bajo el dominio principalmente francés y británico, volvió a
cobrar vigencia el principio napoleónico: “quien controla el Centro del
Sistema económico mundial, controla el mundo”.
Los dirigentes británicos y
franceses ante el creciente poderío militar de los nazis en los años treinta no
supieron ver que en la Guerra Civil Española (1936-1939) se jugaba su propio
futuro, y se enrocaron en un política de apaciguamiento con Alemania, que no
hacía sino aumentar la soberbia nazi.
La importancia de detener al
fascismo en España si la supieron ver los miles de brigadistas que acudieron a
España a defender la legalidad republicana frente al golpismo fascista del
general Francisco Franco. Pero no pudo ser, y la Alemania nazi triunfó en España
y sus aliados franquistas fueron aupados al poder.
La historia, es la que es, pero
hay coyunturas históricas donde se decide el rumbo de la historia y,
probablemente una derrota nazi en la guerra española con el apoyo, que nunca
tuvo, de Gran Bretaña y Francia, habría evitado el envalentonamiento de los
Nazis, que les llevaría a los pocos meses de terminar la guerra civil española a
invadir Polonia, y a Gran Bretaña a enmendar su error, pasando de la política de
apaciguamiento con el poder nazi, y del reconocimiento del poder fascista de
Franco en España en abril de 1939, a declarar la guerra a Alemania tras la
invasión alemana
de Polonia
el uno de septiembre de 1939, y a romper relaciones con el Régimen de Franco.
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La derrota del nazismo en la
Segunda Guerra Mundial cambiaría radicalmente los centros de poder mundial.
Estados Unidos y la URSS, principales vencedores de la contienda se
constituirían en los nuevos centros de poder mundial. Las disputas por el
control del Centro del Sistema Mundial radicado en Europa perdieron su razón de
ser. Europa ya nunca más podría volver a ser el centro de ninguna guerra por
disputas internas.
Si bien, esta nueva realidad
geopolítica global, se concentraba en Estados Unidos y la URSS, lo que en
realidad desterró para siempre el concepto napoleónico de quien controla
Europa controla el Mundo, fueron los procesos de emancipación colonial
principalmente de la India (1947) y la fundación de la
República Popular China (1949). Las
principales áreas de influencia en régimen colonial dejaron de
existir, y durante toda la segunda mitad del siglo XX otras naciones de África y
Asia seguirían su estela y, con ello desde el Centro Europeo ya no se controlaba la
Periferia.
La confrontación entre la URSS
y Estados Unidos tendría su expresión en los países de las nuevas naciones que
aspiraban a su soberanía política y el desarrollo económico, en una pugna de
estas potencias por el control político de las mismas.
De esta pugna, surgiría la
denominada Guerra Fría, con guerras regionales que fueron muy calientes como en
Corea (1950-1953) y Vietnam (1964-1975).
Estados Unidos ya tenía una
experiencia centenaria de control de las naciones de América Latina,
colonialmente emancipadas del antiguo imperio español en la primera mitad del
siglo XIX, y esa política era la que pretendía para el resto de naciones del
mundo. Washington DC se convertiría en la nueva metrópolis para el control
poscolonial del mundo.
En el caso de la URSS fue
diferente, pues desde esa potencia se pretendía que las nuevas naciones seguirían el modelo en el
que se basó la propia URSS de revolución y desconexión del Sistema Capitalista
Mundial, y la suma de las naciones desconexionadas iría ampliando el espacio socialista
mundial.
Esta política que en su origen
estaba fundamentada en el principio de autodeterminación de las naciones, fue traicionada. A mediados de los años
cincuenta con el relevo de la primera generación de revolucionarios de la URSS,
la segunda generación encabezada por Jrushchov, convertiría a Moscú en una
segunda metrópolis neocolonial, desde donde se dictaba a las naciones separadas
de la influencia estadounidense las políticas a seguir.
En los años sesenta la ambición
de tutelaje de Moscú tendría consecuencias tanto en los países del Este de
Europa, como fue la revuelta de la Primavera de Praga en 1968, como en la
relación con la República Popular de China (RPCh), muy celosa de su soberanía
frente a los dictados de Moscú, que terminaría en la ruptura de relaciones e
incluso en un conflicto armado por cuestiones fronterizas en las riberas del río Amur en 1969. China se separó de la política de la URSS, y Estados Unidos vio una
oportunidad para establecer relaciones con la RPCh, la cual fue reconocida en
1971 en las Naciones Unidas en lugar de Taiwán, y pasó a ser una de las cinco
naciones con derecho de veto en el Consejo de Seguridad.
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En 1944, e
n
el ocaso del poder nazi, las relaciones económicas mundiales se regularon en los acuerdos de Bretton Wood, en los que el economista británico Keynes tendría
un papel relevante.
Por una parte, se tenía muy
presente el desastre que el Modelo Económico Liberal Global de los años veinte
había provocado con la crisis de 1929, y que había llevado a la estatalización
de grandes sectores de la economía. Por otra parte, se pretendió poner fin
paulatinamente a los modelos proteccionistas que habían surgido tras la crisis de
1929, estableciendo una apertura gradual del comercio y restaurando el patrón
mundial oro, abandonado tras la crisis de 1929. Después de un
paréntesis de quince años de regímenes fascistas en Europa y Japón la economía
mundial tomaba unos nuevos derroteros procurando evitar los excesos del
liberalismo.
De esta prevención surgiría el
denominado modelo Keynesiano, que en el marco de una economía de mercado daba un
importante protagonismo al Estado en los asuntos económicos, y también porque,
en medio de la devastación causada por la guerra, el Estado era la institución
más capacitada para llevar a cabo la restauración económica de posguerra.
Sin embargo, la única nación que
internamente había salido casi indemne de las confrontaciones bélicas era
Estados Unidos. Tanto la URSS, Japón y principalmente las naciones europeas
estaban devastadas, la pobreza reinaba en todas partes y lo que inquietaba a las
clases burguesas era el rumbo que podía tomar políticamente la clase trabajadora, sobre todo teniendo en cuenta que en Italia y Francia
la organización e influencia de los partidos comunistas era muy importante.
Estados Unidos comprendió que
la restauración económica en las naciones bajo su ocupación, principalmente de
Alemania del Oeste y Japón, era prioritaria y contribuyó con importantes
recursos financieros al resurgir económico de estas dos naciones.
Las clases burguesas europeas
para que la restauración económica transcurriera sin conflictos sociales
promovieron un pacto social gestionado por los partidos socialdemócratas, en el
que se hicieron grandes concesiones sociales como la Sanidad y la Educación
públicas gratuitas, en lo que se denominó como Estado del Bienestar.
En
el último cuarto del siglo XX se culminarían los procesos de descolonización,
pero lo que determinaría en ese periodo los grandes cambios geopolíticos
fue la configuración de un nuevo modelo económico: el neoliberalismo.
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En 1973 se produjo una fuerte
crisis económica estanflacionaria (estancamiento con inflación) un fenómeno
económico que no tiene nada que ver con la ley de la oferta y la demanda sino
con la inundación de dinero ficticio el mercado cambiario.
EEUU, con la guerra de Vietnam
se había endeudado fuertemente, pero su endeudamiento estaba limitado al tener que solicitar
los prestamos en base al
patrón oro establecido en los acuerdos de Bretton Wood de 1944. En 1971 decidió
abandonar el patrón oro estableciendo el dólar estadounidense como patrón de
cambio. Con esta medida inundó el mercado de dinero sin valor, y los proveedores
de petróleo, como Arabia Saudita, vieron devaluados sus ingresos optando por
incrementar el precio del crudo de forma ostensible. Toda la cadena de
producción se vio afectada y los precios al consumidor subieron de forma
dramática.
La crisis duró una década,
la salida a la misma se realizó con la retirada de grandes sumas de dinero del
mercado, pero principalmente con la venta y privatización de los activos de los
Estados. El modelo Keynesiano fue desmontado dando paso al modelo liberal que,
por ser instaurado cincuenta años después de la crisis de 1929, se denominó como
nuevo liberalismo o Neoliberalismo.
La lenta recuperación económica
tenía un destinatario principal, los países desarrollados, el 80% de la
demanda efectiva global de los artículos de consumo se concentraba en estos
países que solo representaban el 18% de la población mundial, el resto de la
población mundial en las diferentes naciones “en vías de desarrollo”, solamente
tenía importancia a efectos de ser suministradores de materias primas a los
países desarrollados, y con la utilización de la mano de obra barata en algunos países en
desarrollo, cuestión que llevaría a las
grandes empresas de la industria Occidental a la des-localización de la misma,
principalmente a China.
La emergente globalización,
dejaría la política de
la URSS de
desconexión de las nuevas naciones del Sistema Económico mundial como un
modelo obsoleto para el desarrollo de las fuerzas productivas de las naciones en
desarrollo. Las
oligarquías de estos países ante al atraso científico-técnico de sus naciones
optaron por abandonar cualquier intento de desarrollo industrial y se
conformaron con beneficiarse de los ingresos que les proporcionaban la venta de
materias primas a los países desarrollados, en una alianza con las
oligarquías financieras occidentales, que dio forma y consolidó el sistema
neoliberal global, mientras sus pueblos continuaban en el subdesarrollo. (El
subdesarrollo del desarrollo (1991), Andre Gunder Frank).
El peso de la globalización
también tuvo su impacto en los países de la URSS. En los años setenta y ochenta,
ante la incapacidad de la clase dirigente soviética para promover reformas
económicas que hubieran dado paso a una economía de mercado en los
productos de consumo, una clase de oligarcas ocupó ese espacio económico,
realizando una fuerte acumulación de
capital, como gestores en la sombra, de los artículos de consumo.
Sin embargo
,
la continuidad de esta acumulación de capital
en la sombra precisaba de un cambio en la relaciones de producción con el
fin de: 1º legalizar sus negocios; 2º privatizar las posesiones del Estado, y 3º
integrar sus capitales en el sistema financiero Internacional liderado por el
G7.
Esta contradicción entre la
necesidad de un nuevo marco legal para el desarrollo de las fuerzas
productivas y la legalidad encorsetada soviética, se resolvió con
fin de la URSS auspiciado por esta nueva clase social de oligarcas. A finales
del siglo XX, el espacio económico de la extinta URSS, se incorporó a la globalización
económica mundial.
Posteriormente con la integración de China en la Organización Mundial del
Comercio OMC (2001), la globalización adquirió un carácter irreversible.
Estados Unidos se convirtió
económica, política y militarmente en la única potencia global, y así lo hizo
saber con la guerras desatadas, sin consenso en la ONU, en los años noventa en
la antigua Yugoslavia, y llegado el siglo XXI con las guerras en Oriente medio:
Afganistán, Irak y Libia.
No obstante, la historia ya
había demostrado que no hay periodo de liberalismo económico global sin el
remate de una fuerte crisis. La crisis de 1873 puso fin al liberalismo de las
tres décadas precedentes, y la crisis de 1929 al periodo liberal de los años
veinte. El modelo fascista prevaleció hasta el final de la Segunda Guerra
Mundial, el modelo keynesiano, que pretendía evitar las crisis económicas, fue
derrumbado por la élite imperialista de EEUU, de tal manera, que el nuevo modelo neoliberal,
inaugurado en los años ochenta, tras la caída de la URSS, parecía eterno.
Pero no hay nada eterno, la crisis financiera del 2008 así lo confirmó.
Después de esta crisis ya nada fue igual.
El cambio principal vino de China.
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Desde 1979 con la llegada de Deng Xiao Ping a la presidencia de China,
comenzó un proceso de Reforma y Apertura tanto interna como en las relaciones
internacionales. Internamente se comenzó con las cuatro modernizaciones en:
agricultura; industria; defensa nacional, y ciencia y tecnología; en las
relaciones internacionales, China alejada de la URSS, en los años ochenta se introdujo en la
creciente globalización económica dando acogida a la des-localización
manufacturera de los países desarrollados, los cuales se beneficiaban de la mano
de obra barata china, pero China, a su vez, también se beneficiaba del
desarrollo manufacturero en su país. Durante casi tres décadas el PIB de China
creció anualmente alrededor de 10%. Sin embargo, la economía de China estaba sujeta en gran
medida a la demanda efectiva de los países desarrollados.
La crisis financiera de los países desarrollados del 2008, produjo una recesión
económica mundial que afecto drásticamente a la industria manufacturera de China. La
primera reacción de los dirigentes chinos fue considerar la crisis como
coyuntural estimando que duraría unos pocos años, después de la cual el modelo
manufacturero chino orientado a satisfacer la demanda efectiva Occidental se restablecería.
Para abordar el periodo de transición, China, apoyada en sus grandes
reservas de divisas, acumuladas durante tres décadas de crecimiento, implementó
millonarios planes de estímulo de la economía, pero pasado un tiempo, los
dirigentes chinos comprobaron que el antiguo modelo manufacturero ya no volvería.
El XVIII Congreso del PCCh celebrado en el año 2013, estableció un nuevo
liderazgo al elegir a Xi Jinping como secretario general en reemplazo de Hu
Jintao, y se inicio un giro estratégico en el modelo económico de China
orientado a: el desarrollo de sus propias capacidades científico-técnicas; el
estímulo del consumo interno, y la alternativa a sus exportaciones con la
creación de nuevos mercados en los países en desarrollo, cuestión que le
llevaría a promover la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, con la
participación económica de varios países asiáticos, a su vez, promovió la
convergencia de las nuevas economías emergentes del mundo con la formación de
los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica).
Está nueva política económica situó a China como la economía más dinámica del mundo
en una creciente expansión de sus relaciones económicas con las naciones
latinoamericanas, africanas y asiáticas.
PIB-PPA de China y EEUU
(2008-23) (Billones $ 2015)
Fuente: EIA.
Elaboración propia
ANEXO
El creciente peso económico de china en la economía mundial ha convertido
a esta nación en un polo económico mundial que, junto con el resto de los países BRICS, en el contexto económico
mundial
están eclipsando el peso económico del el G7..
Fuente: EIA.
Elaboración propia
ANEXO DATOS
La nueva multipolaridad económica es ya una realidad evidente que irá
creciendo, sin embargo, la multipolaridad política está congelada por la gran
resistencia que Estados Unidos y el G7 mantienen a su declive oponiéndose a las
nuevas naciones emergentes, como siempre ha sido, a través de la
confrontación y la guerra.
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El gran reto de la multipolaridad política de las potencias emergentes es
evitar caer en los patrones de confrontación entre potencias que desencadenaron
las dos Guerras Mundiales.
Esta cuestión ha sido abordada con acierto por los dirigentes Chinos con el establecimiento de un nuevo tipo de relaciones entre las naciones
basadas en los Cinco principios de la Coexistencia Pacífica, establecidos en la
Conferencia de Bandung en 1954 - 1955: 1º El respeto a la soberanía e integridad
territorial de cada país; 2º. La no agresión; 3º La no injerencia en los
asuntos internos de otros Estados; 4º. La igualdad en las relaciones; 5º. El
beneficio mutuo.
En la actualidad estos principios se mantienen vigentes y son rememorados
todos los años principalmente por las tres naciones más pobladas de Asia: India,
Indonesia y China*. El presidente chino
Xi Jinping, en el evento celebrado el 28/06/2024 para
conmemorar el 70 aniversario de la Conferencia de Bandung, resumió la postura de
China en el área internacional con el siguiente enunciado de su discurso: Llevar Adelante los
Cinco Principios de Coexistencia Pacífica y Construir la Comunidad de Futuro
Compartido de la Humanidad.
Esa es la multipolaridad política que precisa la humanidad en el siglo XXI,
la multipolaridad
de Futuro Compartido de las naciones, sino se quiere caer en la multipolaridad de confrontación global de los comienzos del siglo XX.
La Civilización Occidental está inmersa en los postulados de la
confrontación fruto de una herencia centenaria de disputas entre potencias por
controlar el Mundo. Solamente el avance en la construcción de una multipolaridad
de Futuro Compartido puede evitar ese fatal destino. Los
países BRICS ya lideran esa política, y su avance hará ver a las
naciones en desarrollo que su futuro está en la alianza con estas potencias,
como ya está ocurriendo en varias naciones de África, después de comprobar
que el liderazgo occidental solamente les puede ofrecer lo único que ha sabido
hacer durante cinco siglos: colonialismo o neocolonialismo.
Como se ha visto, el término multipolar es demasiado abstracto para reivindicarlo, lo
correcto es reivindicar: El mundo multipolar de Futuro Compartido.
En un mundo de estas características no habrá confrontación, las armas
nucleares y la guerras carecerán de sentido, la supremacía política quedará
relegada, y el objetivo global que emergerá como una necesidad lógica será
alcanzar el bienestar del género humano.
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*69 años después, el Espíritu de Bandung sigue vivo en el Sur
Global