JC.com

Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geopolítica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


15/05/2017

NOTICIA. El I Foro de Cooperación Internacional de la Franja y la Ruta se celebró en Pekín los días 14 y 15 de mayo.

 

El inicio del siglo euroasiático

Con la participación de los jefes de Estado y de gobierno de 29 países, los representantes de 130 naciones y 70 organizaciones internacionales tuvo lugar en Pekín el primer Foro de Cooperación Internacional "Una Franja, Una Ruta" a iniciativa del gobierno de China. El foro contó también con la participación del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. Estados Unidos envió una delegación liderada por Matt Pottinger, asesor especial del presidente y director sénior para Asia del Consejo de Seguridad Nacional.

El I Foro de Cooperación Internacional de la Franja y la Ruta ha sido uno de los principales encuentros económicos del mundo y la reunión internacional más prestigiosa que China ha inaugurado. En el centro de su atención ha estado el gran plan de China para combinar mejor la creciente economía china con el desarrollo de Asia, Europa y África, que conecta a países y regiones que representan casi un 60 % de la población mundial y un 30 % del producto interno bruto (PIB) global, que ha suscitado que naciones tan distantes y dispares como Rusia, Argentina, Bélgica, Italia, España, Vietnam, Grecia, Polonia, Etiopía, Kazajstán, Kenya y Hungría, hayan estado representadas por sus jefes de Estado o gobierno.

China, con su iniciativa de la Franja y la Ruta, asume el liderazgo de promover la integración económica global entre países desarrollados y en desarrollo en beneficio de todas las naciones del mundo. En palabras del presidente chino, Xi Jinping, la Franja y la Ruta solo tendrá éxito si se construye sobre la base de la paz entre naciones, por ello, la nueva ruta de la seda deber ser a su vez un camino de paz. En respuesta a las críticas y preocupaciones de algunas naciones que creen que el ambicioso plan es parte de la estrategia de China para aumentar su influencia en el mundo mediante la propagación de lazos económicos con los diferentes países, Xi Jinping, afirmo: “Lo que queremos crear es una gran familia que conviva en armonía. Lo que esperamos lograr es un nuevo modelo de cooperación ganar-ganar”.

---------------

Propuesta por China en 2013, la iniciativa de la Franja y la Ruta busca construir una red de infraestructuras y comunicaciones y crear una plataforma de cooperación económica que conecte a decenas de países de Asia, Europa y África reeditando las antiguas vías comerciales de la Ruta de la Seda, pero el aspecto más relevante es que pretende inaugurar un nuevo modelo de desarrollo que priorice la relación de ganar todos, en oposición al modelo colonial y neocolonial de siglos de occidente basado en la relación de que unos ganen a costa de que otros pierdan.

En el modelo occidental, la globalización no puede ni debe cuestionar su hegemonía económica mundial, lo cual necesariamente implica la perpetuación del vigente estatus económico mundial de países ricos y países pobres, en el que el 75% del PIB mundial es detentado por el 20% de la población mundial. Un desarrollo económico de los países en desarrollo que aproximase la renta per cápita a la de los países desarrollados supondría que el potencial económico del PIB de los países desarrollados podría retroceder del actual 75% a un 20%, lo que supondría un cambio drástico no solo en la economía sino en las finanzas el sistema monetario y el conjunto de las relaciones internacionales.

Las políticas de freno al desarrollo económico contra determinados países lo realiza el G7 mediante la política de sanciones económicas y la desestabilización social y si es necesario con la intervención directa armada de los países de la OTAN en países que pretende controlar como ha venido sucediendo en el Medio Oriente y el Norte de África.

La iniciativa de la Franja y de la nueva Ruta de la seda es vista con recelo por EEUU, pues implica un desarrollo económico de una parte del mundo que en términos globales, cuestiona su hegemonía económica. Las acusaciones contra China y Rusia de que con esta iniciativa se pretende ampliar el área de influencia de estas naciones responde a estereotipos de la Guerra Fría, y también a la vieja mentalidad imperialista que prejuzga las acciones de los demás con el propósito que él aplica a las suyas.

Sin embargo, el propósito de China no tiene nada que ver con el modelo colonial al que fue sometida por las potencias imperiales europeas y por Japón durante más de un siglo hasta la proclamación de la República Popular en 1949. Tampoco pretende seguir en las relaciones internacionales el viejo modelo soviético de áreas de influencia, al que se opuso radicalmente en los años sesenta del siglo XX, en una controversia con la URSS que distanció a las dos potencias llegando al grado de una guerra fronteriza entre ambos. Quien juzga a China bajo el  presupuesto de que persigue objetivos neocoloniales, o es un ignorante de la historia contemporánea de China, o actúa maliciosamente para sembrar la desconfianza hacia China.

China quiere una relación de cooperación de ganar todos. En este mensaje de las autoridades chinas no solo existe la negación de no repetir el caduco modelo colonial, sino que el comunismo chino por su propia ideología sigue aspirando a alcanzar una civilización de fraternidad política de naciones y personas. Un objetivo que no es buscado por la fuerza de las armas ni la conquista de países, tal y como bajo esa bandera actuaron los revolucionarios franceses durante la Convención (1792-1795) y Napoleón para justificar la invasión de otros países, o lo hizo el imperio soviético tras la Segunda Guerra Mundial en los países del Este de Europa, sino en la convicción que la prosperidad compartida de todo el género humano solo puede ser fruto del desarrollo de los pobres del mundo sobre la base de la paz y la cooperación bajo los principios de la coexistencia pacífica.

China no exporta ideología como lo hiciera la URSS, sino que entiende que la civilización basada en la unión cooperativa de todas las naciones y seres humanos no es una aspiración única de la ideología comunista, sino que es un sentimiento político profundo consustancial al género humano que toma cuerpo en diferentes ideologías y arraiga por interés material principalmente entre los desfavorecidos de la Tierra, quienes en la medida que toman conciencia de ser artífices de su propio desarrollo económico y político se constituyen en el sujeto transformador universal.

La descolonización supuso una primera toma de conciencia de los explotados de la Tierra en su proceso emancipador, y el segundo paso lo constituye la aspiración de su desarrollo económico y social. Con el proyecto de la Franja y la Nueva Ruta de la Seda China contribuye a crear las condiciones para el desarrollo de las naciones principalmente en el espacio euroasiático proyectándose también hacia África, y favorece la implicación de los países europeos en este proyecto de desarrollo global, y con ello contribuye al objetivo del ideal comunista de la prosperidad compartida de todo el género humano.

La intelectualidad dirigente occidental carece de una teoría científica de los cambios históricos, a diferencia, los dirigentes chinos prestan gran importancia a la teoría de los cambios históricos de la que emanan sus acciones políticas adecuándola continuamente bajo el concepto marxista de la búsqueda de la verdad en los hechos. En la actualidad, para los dirigentes chinos la contradicción principal que mueve los destinos de la humanidad es la contradicción entre la pobreza y las aspiraciones de prosperidad de los países en desarrollo. China como el país más importante en desarrollo del mundo se sitúa en esa corriente transformadora.

EEUU como principal potencia del mundo liberal y depositario de la tradición histórica neocolonial occidental no termina de comprender las razones de los cambios históricos, y se aferra a una lucha por perpetuar su supremacía mundial negando el desarrollo económico y tecnológico a los países en desarrollo, un camino que solo puede derivar en un incremento de las acciones desestabilizadoras en los países que no se someten a su tutela, apoyándose como en América Latina en oligarquías reaccionarias, o en Oriente Medio en regímenes retrógrados como son las monarquías despóticas del Golfo Pérsico y el régimen de Apartheid de Israel.

Sin embargo, a pesar de los recelos de EEUU y Japón a participar en la Iniciativa de la Franja y de la Nueva Ruta de la Seda, la mayoría de los países europeos aunque son socios con EEUU en la OTAN, consideran esta iniciativa una oportunidad para ampliar sus negocios. La prolongada crisis financiera iniciada en el 2008 sigue perpetuando unas bajas tasas de crecimiento económico, y la Franja y Nueva Ruta de la Seda es un proyecto de inversión principalmente en infraestructuras que puede contribuir a ampliar la cartera de pedidos de las empresas europeas. El negocio se impone a las aspiraciones estadounidenses de exclusión de China, y supone situarse en el camino del desarrollo compartido entre los países en desarrollo y los desarrollados.

El TTIP, pensado por los dirigentes de EEUU y de la UE para unir comercialmente exclusivamente a los países ricos, no es un proyecto de crecimiento económico sino un proyecto de concentración económica, en el que unos países crecerán a costa de que otros pierdan. Si se toma como ejemplo el sector agrario, bajo el TTIP el sector agrario estadounidense crecería, pero lo haría en detrimento del sector agrario europeo, siendo uno de los países más afectados Francia, ello es el resultado de unir dos economías que no son capaces de generar crecimiento por elevación de la demanda lo cual deriva en un proceso de concentración económica en el que unos ganan y otros pierden.

La crisis que se arrastra desde el 2008, es una crisis derivada del agotamiento de un modelo de crecimiento basado en el consumismo de menos de un 20% de la población mundial. No es posible reeditar ese modelo, pues ni se pueden acortar los ciclos de consumo de productos no perentorios como automóviles, ni aumentar el consumo de otros como la doble residencia. El crecimiento económico mundial precisa de la incorporación de la población de los países en desarrollo a la demanda efectiva mundial a través de promover el acceso a las necesidades básicas de alimentación, sanidad, educación, para ampliarla posteriormente a artículos de consumo.

Este paso precisa de una fase de implementación de infraestructuras en redes eléctricas, viales, ferrocarriles y desarrollo urbano, en ese sentido, la Franja y la Nueva Ruta de la Seda, es la iniciativa más importante desde la implementación del plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial.

Dos conceptos de liderazgo mundial van definiéndose en el presente siglo, el de EEUU consistente en la perpetuación del modelo de dominación neocolonial, y el modelo que se abre paso en el espacio euroasiático basado en la colaboración entre naciones en pie de igualdad, respetando el sistema político de cada nación y priorizando el desarrollo de las infraestructuras civiles.

El presidente de Rusia Vladímir Putin en su intervención en el Foro de Cooperación Internacional de la Franja y la Ruta, expresaría su convencimiento del desarrollo de un proyecto euroasiático. "Rusia ve en la futura Asociación Euroasiática no solo nuevos lazos entre los Estados y los mercados, sino un cambio político y económico en el continente que traerá paz, estabilidad, prosperidad y un nuevo nivel en la calidad de vida"." En este sentido, la Gran Eurasia no es un proyecto geopolítico abstracto: es un verdadero proyecto de civilización dirigido al futuro y abierta al mundo", en el que, " la participación de los países europeos miembros de la UE la haría realmente armonizada, equilibrada y universal".

El siglo euroasiático ha comenzado.

 

.