01/02/2018
NOTICIA. El 30/01/2018,
el presidente de EEUU, Donald Trump, pronunció su primer
discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso.
EEUU. El discurso del estado de la
Unión y la sensación de la decadencia
En un discurso de 80 minutos, el presidente de EEUU, Donald
Trump, ante un congreso que reunía a congresistas y senadores de la nación
explicó su visión del actual estado de la nación y de las cuestiones más
relevantes que debe acometer EEUU en el plano interno y en política exterior.
En política interna resaltó de manera optimista los buenos
resultados económicos tras un año de presidencia, entre los que destacó: el
crecimiento económico; la reducción del desempleo que cerró diciembre en el 4,1
%, la cifra más baja en 18 años, con la creación de 2,4 millones de empleos; la
aprobación por el congreso de la reforma fiscal, que rebaja el impuesto de
sociedades que pagan las empresas, del 35 % al 21 %, y el notable éxito de la
bolsa de valores que le ha permitido ganar miles de millones de dólares.
Con relación al futuro, defendió su plan de reforma
migratoria basada en un sistema de méritos para la admisión de inmigrantes,
insistió en la construcción del muro en la frontera con México para impedir el
acceso a EEUU de bandas criminales; propuso elaborar un plan para combatir la
epidemia de opiáceos que padece EEUU, e hizo un llamamiento a un acuerdo entre
partidos políticos para reformar las infraestructuras estadounidenses paralizadas
en su opinión por obsoletas leyes medioambientales.
En política exterior destacó: la retirada de los tratados
internacionales que ataban de manos a EEUU (TTP y el acuerdo climático de
París); las sanciones impuestas a Cuba y Venezuela, y la derrota del Estado
Islámico. Respecto al futuro abogó por: modernizar y reconstruir el arsenal
nuclear estadounidense, y crear un ejército poderoso que disuada a cualquier
adversario de enfrentarse a EEUU.
En su visión del mundo, siguió las pautas marcadas por la
doctrina estadounidense aprobada por la Casa Blanca en diciembre de 1917,
calificando a Rusia y China de "rivales" que "desafían" los valores
estadounidenses, y como enemigos declarados a Venezuela, Irán y Corea del Norte.
Sin embargo, por encima de las cuestiones concretas
señaladas, las cuales son reiteradas cotidianamente por la Casa Blanca, cabe
destacar primordialmente la filosofía y la estética del discurso.
Donald Trump enmarcó la filosofía del discurso en dos
pilares fundamentales, la postración externa e interna a la que había llegado
EEUU debido a la mala gestión de sus predecesores, y la capacidad heroica de
EEUU para resurgir como la potencia que fue.
En una nueva puesta en escena, la estética del discurso
ocupó la mayar parte del mismo ilustrando cada apartado con historias de
invitados especiales que calificó de héroes.
Steve Staub y Sandy Keplinger, dueños
de una pequeña empresa
en Ohio, y Staub, Corey Adams, trabajador soldador, fueron los invitados
especiales para ilustrar los éxitos económicos. Evelyn Rodríguez, Freddy Cuevas,
Elizabeth Alvarado y Robert Mickens, padres de dos amigas adolescentes
asesinadas por la pandilla MS-13, sirvieron para motivar la necesidad de la
construcción del muro en la frontera con México. Ryan Holets, oficial del
departamento de Policía de Albuquerque, como ejemplo de la lucha contra la
epidemia de opiáceos. El sargento primero Justin Peck, como héroe de la lucha
contra el terrorismo, etc. .
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La filosofía y la estética esgrimida por el presidente
Donald Trump, recuerda la utilizada por los políticos caudillistas en otros
momentos de la historia de potencias en declive. Un victimismo de nación
maltratada por las potencias exteriores, y la necesidad de cambios radicales
proteccionistas dentro de la nación, con un claro mensaje sentimental al corazón
de las clases medias.
Alemania, tras su derrota en la Primera Guerra Mundial y la
humillación sufrida en el Tratado de Versalles, viviría un momento en el que la
sensación del declive en la sociedad alemana fue instrumentalizada por el
fascismo para crear un sentimiento de renacimiento como nación, que tan
desastrosas consecuencias traería a Alemania y al mundo entero.
Donald Trump lo expresaría de la siguiente manera. "En
todo el mundo enfrentamos regímenes deshonestos, grupos terroristas y rivales
como China y Rusia que desafían nuestros intereses, nuestra economía y nuestros
valores. Al enfrentar estos peligros sabemos que la debilidad es el camino más
seguro hacia el conflicto y el poder incomparable es el medio más seguro de
nuestra defensa. Por esta razón, le pido al Congreso que finalice el peligroso
secuestro de la defensa y financie plenamente nuestro gran ejército".
Sin embargo, el recurso al victimismo de Donald Trump de
potencia maltratada por potencias extranjeras y en declive debido a una mala
gestión de los asuntos de la nación de sus predecesores, es
una falacia histórica y solamente persigue
apuntalar entre su ciudadanía un sentimiento de hegemonía cuestionado por los
cambios económicos y políticos que se están produciendo en la esfera
internacional.
Los cambios económicos globales son inevitables pues los
países en desarrollo aspiran a la prosperidad y ello implica el crecimiento
económico, y en la media que éste se produce el poder económico estadounidense
pierde peso relativo global. El crecimiento económico de China como principal
país del mundo en desarrollo no está dirigido contra terceros, sino responde a
la voluntad de los gobernantes y de la población de mejorar sus estándares de
vida. China en la actualidad tiene una renta per cápita aproximada de 12.000 $,
en el caso de que la misma se situará cercana a la de EEUU, la composición del
PIB mundial cambiaría radicalmente pues con una población cuatro veces mayor que
la estadounidense cuadriplicaría a la de EEUU, y con ello el poder económico
global estadounidense quedaría eclipsado.
En esa perspectiva, para los gobernantes estadounidenses,
China es una potencia revisionista del actual estatus mundial por el hecho de
buscar su propio desarrollo económico. Las acusaciones a China de no ser honesta
en el comercio internacional es el falso mensaje con el que se quiere envolver
los intentos de contención del desarrollo de China.
Y al igual que China, el desarrollo del resto de potencias
emergentes también cuestiona el liderazgo económico estadounidense, de tal
manera que el desarrollo económico global se ha convertido en el enemigo de EEUU;
pero EEUU no puede retrotraer el actual momento histórico de la economía
mundo a una fase previa de décadas pasadas, donde en un mundo de dominio
colonial o poscolonial y de subdesarrollo el poder económico estadounidense
reinaba sin competidores, y por ello, el declive actual estadounidense en el
ámbito económico mundial, continuará.
En el terreno militar, EEUU es sin lugar a dudas la
superpotencia mundial, su presupuesto militar es cerca de cuatro veces mayor que
el presupuesto conjunto de las dos potencias que considera sus adversarias:
China y Rusia. Los gastos militares de Rusia son aproximadamente de 46.000
millones de dólares ($) anuales, y los de China de 140.000 millones ($) mientras
que los de EEUU son de 700.000 millones ($), es decir, cinco veces superior al
de China y quince veces superior al de Rusia. El despliegue mundial militar
estadounidense cuenta con cientos de bases militares en diferentes países del
mundo, y decenas de miles de efectivos fuera de sus fronteras, por unas pocas
bases de Rusia y China con unos miles de efectivos.
Pese a ello, el ejército estadounidense y Donald Trump al
frente manifiestan una inquietud por el ascenso militar de estas dos naciones,
pero su preocupación no se basa en la capacidad de estas potencias de disputarle
el liderazgo militar mundial, pues ambas no tienen esa capacidad, sino que su
preocupación se basa en que no puede derrotarlas en una confrontación militar
por la vulnerabilidad del territorio estadounidense a sus armas nucleares
estratégicas.
El sueño del ejército estadounidense es poder implementar
una logística militar capaz de golpear a estas dos naciones, asegurando a la vez
que el territorio estadounidense permanece inmune a los posibles ataques de
represalia de estas naciones. El plan de Ataque Global Inmediato se basa
en ese principio, pero el mismo no deja de ser una quimera, pues ningún escudo
antimisil puede garantizar la invulnerabilidad a un ataque de represalia por mar
o por aire, siendo además muy probable que tanto Rusia como China dispongan ya
en la actualidad de sistemas antimisiles más efectivos que los estadounidenses.
La ensoñación en la que viven los militares estadounidenses
es que después de la Guerra Fría, el principio de destrucción mutua
asegurada había quedado obsoleto, y ello les daba una ventaja, pero eso no
así, ni nadie es tan temerario como para pretender en la práctica ponerlo a
prueba, por ello, el único camino para evitar una confrontación en la que el
único perdedor sería el género humano, no es el del rearme como propone Donald
Trump, sino el de la negociación y la firma de tratados entre las potencias
nuclearmente armadas. El plan de Donald Trump de crear un ejército aun más
poderoso no está destinado a preservar la paz mundial estadounidense, sino a la
intimidación.
Otro apartado del discurso de su política exterior tuvo
especial mención a los considerados por EEUU "regímenes malditos": Irán,
Venezuela y Corea de Norte. Con relación a Irán Donald Trump manifestaría "Estados
Unidos está con el pueblo de Irán en su valiente lucha por la libertad. Le pido
al Congreso que aborde los defectos fundamentales en el terrible acuerdo nuclear
con Irán". Y con relación a Cuba y Venezuela diría. "Mi administración
también ha impuesto severas sanciones a las dictaduras comunistas y socialistas
en Cuba y Venezuela".
En general todas las administraciones estadounidenses han
basado la injerencia o agresión contra determinadas naciones en una supuesta
excepcionalidad como nación para combatir a los países que en su criterio no
respetan la libertad y los derechos humanos. Sin embargo, esa es otra falacia, y
una ruin instrumentalización retórica de los derechos humanos, tras la que se
oculta la agresión en alianza con oligarcas apátridas y medios de comunicación
afines a la soberanía
de naciones de su interés por sus recursos o
situación geoestratégica y que no acatan la tutela estadounidense.
Venezuela tiene desde el año 2000 el record de ser la
nación que más convocatorias a elecciones ha realizado de todos los países de
Suramérica, y dispone de un sistema electoral electrónico del que el
expresidente de EEUU Jimmy Carter llegaría a afirmar que era uno de los mejores
del mundo.
Cuba tiene un sistema electoral de elección del parlamento
nacional basado en delegados electos en asambleas de barrio o ciudad, al igual
que lo tiene China y Corea del Norte.
Irán es la única nación del Golfo Pérsico que tiene forma
de república y su parlamento y presidente son electos por sufragio universal.
Sin embargo, Arabia Saudita, es una monarquía absolutista
de Antiguo Régimen donde no existen elecciones, el país es propiedad de la
monarquía de los Saud la cual da nombre al propio país, pero ni Donald Trump ni
ningún gobernante occidental cuestionan o atacan el régimen de este país en base
a su auto-arrogada excepcionalidad para exportar la democracia.
Donald Trump, dice que quiere la libertad para el pueblo
iraní que cuenta con sufragio universal, pero no dice nada de las persecuciones
del pueblo de Bahrein ocupado por Arabia Saudita. Atribuye el mérito de la
derrota del Estado Islámico en Siria a EEUU, ignorando que la principal fuerza
de choque contra el mismo ha sido el ejército del gobierno sirio con la ayuda
aérea de Rusia, y a su vez calla que la coalición internacional que actúa en
Siria bajo las órdenes de EEUU, en sus bombardeos haya acabado con la vida de
miles de civiles tal y como revelaba el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH)
el 23/01/2018, y también calla el apoyo que presta a la cruenta guerra que
Arabia Saudita libra en Yemen.
La realidad objetiva es que Venezuela es una nación que
preocupa a EEUU y a occidente no por su sistema político, sino porque es la
nación que posee las reservas demostradas de petróleo mayores del mundo y su
gobierno no admite la tutela estadounidense, como tampoco la aceptan Corea de
Norte, Irán, ni Cuba, mientras que la despótica monarquía saudí si acata esa
tutela.
Tergiversar, mentir o callar es la filosofía del discurso
estadounidense. La cuestión que se plantea es, ¿se puede construir un discurso
global basado en la manipulación, la hipocresía y la mentira?. Atendiendo a la
razón habría que considerarlo negativamente.
El mundo necesita construir un
discurso sin dobles raseros, basado en la verdad y en el respeto mutuo entre
naciones, pero los estruendosos altavoces de la hegemonía que alientan la
ignorancia y la sinrazón no dejan de sonar.