JC.com

Crítica política sobre noticias de actualidad en el mundo

Una visión geoestratégica en favor del respeto entre naciones, la integración económica mundial y la armonía con el medioambiente

Autor

Seudónimo: Saint Just

Artículos


06/10/2013

NOTICIA. El comisario de Economía de la UE, Olli Rehn, declaró que la economía de la eurozona se contraerá un 0,4 por ciento este año, en línea con las anteriores predicciones. Por otra parte, el desempleo se mantendrá en su nivel récord actual del 12,2 por ciento durante todo 2014.

 

La distribución del trabajo ante un escenario de crisis económica de larga duración

La consideración de la economía de la UE en un conjunto común, como manifiesta el comisario de Economía de la UE, Olli Rehn, carece de valor práctico, y responde a un enfoque político más que económico. En la UE la diferencia de las variables macroeconómicas entre países es de tal magnitud que meterlas todas en un mismo bloque solo sirve para ocultar la descoordinación macroeconómica de la Eurozona.

El factor común no solo de la Eurozona sino de los países desarrollados es el estancamiento o débil crecimiento del PIB y el endeudamiento progresivo de los Estados para seguir haciendo frente a los gastos corrientes, a la espera, sin base científica, de que llegará un año en el que el crecimiento económico volverá a las tasas de los años anteriores al inicio de la crisis en el 2008 y, con ello, aumentarán los ingresos fiscales para hacer frente a los intereses y las deudas contraídas.

Una espera ésta que se hace ya agónica y el discurso de la recuperación se ha convertido con el transcurso de los años en una letanía retórica, que aumenta el escepticismo de la ciudadanía, porque los partidos políticos y agentes económicos de los países desarrollados no pueden admitir la evidencia de que no existe el año de la recuperación sostenida para otra década de prosperidad.

---------

El crecimiento del PIB de los países desarrollados en la década anterior a la crisis del 2008 respondió a un modelo de crecimiento económico mundial sustentado en la demanda efectiva de menos de un tercio de la población mundial de los países más desarrollados, la cual, concentraba más de dos tercios del consumo mundial, y acaparaba la mayoría de los recursos del planeta tanto energéticos como de materias primas. Ese modelo es irrepetible, tanto desde el punto de vista económico como medioambiental.

El ciclo económico neoliberal (1973-2008) dirigido por los grandes finanzas occidentales quebró en la crisis financiera del 2008, no solamente por el apalancamiento financiero de los consumidores y de la mayoría de las entidades bancarias, sino porque en todo ciclo económico la tendencia general es que se produzca una concentración de la riqueza en pocos propietarios del tal manera que el volumen de la renta inversión pasa a ser relativamente muy superior a la renta consumo que es la que estimula la inversión, pues sin consumo no puede haber expectativas de inversión rentable, con lo cual, la renta inversión se convierte en un montón de dinero sin salida factible.

Esta contradicción del ciclo económico que en el periodo de las economías nacionales de posguerra se resolvía a través de políticas de imposición fiscal sobre quienes concentraban la renta inversión para traducirla a renta consumo o demanda agregada propiciada por los propios Estados, actualmente, debido a la desregulación financiera internacional, no es posible. Los paraísos fiscales y la banca en la sombra acaparan la renta inversión sin que ningún gobierno pueda actuar fiscalmente contra la misma, de tal manera que ésta se orienta a la especulación con las deudas soberanas y, al no invertirse en actividades productivas por falta de demanda efectiva, ha pasado a incrementar una burbuja bursátil en la que los indicadores más importantes baten records históricos mientras las expectativas de crecimiento del PIB en los países desarrollados no son nada alentadores.

El sector financiero occidental ante la imposibilidad de invertir en actividades económicas rentables por no existir demanda efectiva para el consumo, ve reducidos sus ingresos y la única solución que le queda para mantener su solvencia es la concentración bancaria, en la que los bancos más importantes van haciéndose con los activos sanos de los bancos en quiebra, de tal manera que los bancos mejor situados aumentan sus ganancias a costa de la absorción de la liquidación de los bancos insolventes, pero en su conjunto el sector financiero se reduce.

Creer que será el mercado el que volverá a regular la recuperación económica de los países desarrollados, se ha convertido en un acto de fe del axioma del credo neoliberal. Un acto de fe que está sobre todo alentado por quienes controlan gran parte de la renta mundial en los paraísos fiscales y la banca en la sombra y con sus recursos controlan a su vez la política económica y los grandes medios de comunicación occidentales. Pero mientras esta oligarquía mundial antepone sus intereses a la recuperación económica, los países emergentes ganan progresivamente espacio en la economía mundial y de persistir esta tendencia en las próximas décadas su influencia puede ser determinante en la economía mundial.

Tal y como analizará magistralmente Karl Polanyi en su obra La Gran Transformación, ninguna de las dos grandes crisis que precedieron a la del 2008, como fueron la de 1873 y la de 1929 se solventaron a través del libre mercado, sino que en las dos se recurrió al proteccionismo, y el predominio del Estado. Ahora es diferente, el mundo está tan interconectado económicamente que hace que sea inviable una salida proteccionista y, por ello, los países desarrollados debieran promover una integración económica con los países emergentes y en desarrollo, y acabar con la banca en la sombra y los paraísos fiscales para controlar fiscalmente a quienes detentan la renta inversión, pero las sucesivas cumbres del G20 ya ha evidenciado que los países desarrollados no apuestan en esa dirección y van a seguir persistiendo en la ensoñación de que volverán a protagonizar el ciclo alcista de la recuperación económica.

 

Un escenario éste que hay países en la UE que lo siguen fielmente en sus políticas de empleo y otros en cambio son más prudentes. Las diferencias más paradigmáticas están por ejemplo en Alemania y España. Ambos países han venido experimentando una evolución débil de su PIB, sin embargo, Alemania ha reducido el desempleo mientras que en España ha aumentado de forma considerable. Alemania ha venido repartiendo el trabajo mientras que en España no. La productividad en Alemania es más alta que en España, y España para ser competitiva, al no poder devaluar la moneda, ha apostado por abaratar costes salariales a través de una precarización del empleo que con una alta tasa de paro tiene el efecto de la denominada por David Ricardo, -Ley de Hierro- donde los salarios tienden a descender. Por el contrario, en Alemania la precariedad en el empleo, con una tasa de desempleo relativamente baja no incide negativamente en el salario hora.

Variaciones del PIB España - Alemania 2009-2013 

Las generaciones jóvenes de los países de la UE que son las más castigadas por la crisis debieran actuar bajo el escenario de que la crisis económica puede durar años y la única salida es apostar por el reparto del trabajo y en una economía globalizada, ante la imposibilidad de soluciones económicas nacionales, implicarse de forma activa en la marcha de la economía mundial para introducir cambios en la política internacional de sus respectivos países para acabar con los paraísos fiscales y propiciar una mayor coordinación con los países emergentes.

El desarrollismo occidental no es viable porque no es extensivo a la mayoría de la humanidad, por lo tanto, la promoción en los países desarrollados de una cultura de consumo moderado conjuntamente con el reparto del trabajo forma parte del desarrollo sostenible de todo el género humano en armonía con la naturaleza.

 

.